La procesión

El primer día pos-funeral de mi papá estuve acostada casi todo el día, tenía un cansancio tan grande como cuando di a luz por primera vez, sentía que me había pasado una aplanadora encima y me dolía hasta el pelo. Pero la compañía de mis hermanos, el cambio de rutina, los mensajes y las obligaciones hicieron que me alentara a retomar el día a día.

Pensé que me había tomado esto del duelo muy bien, porque me sentía de buen ánimo la mayoría del tiempo y lloraba de a goteras. Además, como es mi modus operandi emocional supuse que en unas semanas o meses esto decantaría en algo ingrato para mi salud física o metal. Pero el tiempo no se hizo esperar, una inesperada situación me demostró en menos de un minuto que yo, esa persona que transitaba esa vida ilusoria era tan blanda y vulnerable como un marshmellow.

Encerrada en un baño del trabajo, el único independiente, el que está destinado a las personas en situación de discapacidad, como yo en ese momento, lloré sin parar no sé por cuanto tiempo, tiempo que se me hizo eterno, hasta que por fin decidí pedir ayuda para salir de ahí y tomar alguna acción. Verme los ojos chicos llorosos e hinchados en el espejo frente al lavamanos me hizo llorar más. Estaba en un círculo de pena que se alimentaba de sí mismo, sentía pena por mí. Pero gracias a Dios atiné en hablarle a una amiga por WhatsApp que trabaja conmigo en el mismo piso y ella me ayudó a calmarme y a salir de ese estado de manera acogedora, asertiva y creo que además pasé desapercibida. Gracias, gracias y mil gracias.

Luego de ese episodio en donde las lágrimas brotaron sin restricciones al comprender lo vulnerable que me encontraba, empecé a llorar de manera sostenida y sin tregua en cualquier momento. Y en eso me la he pasado los últimos días. Con la energía baja generalmente, con mal dormir y muy sensible.

Al menos tuve la fortaleza de pedir ayuda y no solo a mi amiga salvadora, si no que también a quienes sentí que podían ayudarme en este proceso totalmente nuevo para mí.

Uno de mis maestros de Yoga Kundalini (@paramsahej) me orientó para realizar solita una meditación de media hora de equilibrio, es la forma más sencilla que encuentro para describir de que se trató. Sumida en una respiración específica y repitiendo un mantra constantemente, la experiencia me guió hacia un portal con el que pude conectar con la fuente de amor universal y entonces vi en mi espalda a todas las almas no terrenales que estaban acompañándome en este proceso, desde la virgen de Guadalupe- de la que soy devota – hasta mi propio papá. Y darme cuenta de ello me conmovió mucho, más todavía sentir a mi papá no en forma humana si no como uno más de ese hermoso grupo, lo que me emocionó y me emociona de manera sobrecogedora. Lloré mucho en ese momento, porque comprendí que mi niña interior siente que no tiene quien la cuide y la proteja, independiente de como haya sido la vida con mi papá e independiente de que ahora sea una adulta.

En la misma experiencia, cuando se equilibró mi emotividad, visualicé si no a todas a muchas de las almas terrenales que me están acompañando en este viaje, mis amigos y mi familia y entonces comprendí que estamos tan cerca una de otras, las almas terrenales de las astrales y no nos vemos y no las vemos.

Días después, mi maestro me hizo una sesión de sanación a distancia que ya no recuerdo porque caminos me llevó, pero siempre son buenos y de apertura de consciencia. Me sentí agradecida por la experiencia , salí en paz y más tranquila.

Entonces empezaron a llegar nuevas emociones a mi corazón que también me hacen llorar, no solo vinculadas a mi papá, si no que de todo tipo.

Con mi hija mayor pasamos por una tienda de mascotas donde venden canarios, recordamos las dos al Pini y al Piki, nuestros canarios amarillos que celebraban mi llegada al departamento con solo sentir que se habría el ascensor conmigo dentro. Ese recuerdo me dio una melancolía y pena gigante y lloré. Ellos ya están en el cielo. Luego en otro momento pasaron muchos perritos chicos con un paseador y pensé en cómo sería si se muere la Luna nuestra perra o la Roseta nuestra gata más vieja y más conectada, otra vez lloré. Y así sucesivamente, con la sensibilidad a flor de piel.

Entonces esta pena no tiene filtro, está expresando a sollozos la salud emocional del alma que habita en mi cuerpo y que tiene una importante acumulación de tristezas y frustraciones.

Otra de las experiencias que me hacen llorar es cuando me dicen o me escriben “Palomita has sido tan buena hija, Dios te va a bendecir por esto”. Pero realmente es así, ¿fui o he sido tan buena hija como esas personas piensan? entonces me di cuenta que con la partida de mi papá empecé a vivir algo así como el auto-juicio final de hija pero en vida.

Luego de esta experiencia, solo puedo decirles, sean hijos conscientes de sus decisiones y resuelvan desde el amor.

Siempre tuve opciones y apoyo para tomar la decisión que consideré correcta y eso me da paz, pero igual necesito hablar de esos cuestionamientos, llorarlos y así integrarlos. Y llorarlos más de una vez, porque con una sola llorada no me alcanza para sanarme y sentir paz.

En lo más terrenal, extraño ir a ver a mi papá al hogar de ancianos, conversarle, tocarle las manos, la cabeza, ponerle música con el celular para activar su memoria musical y despedirme con muchos besitos en su cabeza de cabellos blancos. Recuerdo un día en que por un segundo mi papá me miró a los ojos y me reconoció y entonces volvió a su mundo, el mundo del Alzheimer. Fue un regalo cortito pero gigante el que me dio ese día.

Sin embargo, también hubo momentos en que verlo enfermo me afectó y más cuando en la visita mi mamá estaba súper obsesiva y me reclamaba por realidades que solo en su mente eran posibles. Por lo que decidí distanciar las visitas por mi salud mental y reunirme con ellos por separado. Algo así como cuando los padres le dan a sus hijos tiempo de calidad.

Ahora debo sanar y recuperar fuerzas para ir a ver a mi mamá. Me da miedo verla y ponerme a llorar frente a ella y que perciba y comparta mi dolor, aunque por su condición puede que sea indiferente, no sé.

Llamo todos los días a la casa de reposo consultando por ella y no ha nombrado a mi papá en todos estos días. Está de buen ánimo. Eso es bueno. Ahora falta que estemos las dos alineadas para empezar esta nueva etapa con la dedicación real de tiempo de calidad que pueda darle.

Otras ideas que rondan por mi cabeza….En la filosofía Kundalini, se cree que algunas parejas que se complementan profundamente comparten el prana o energía de vida. Esto quiere decir que comparten el tiempo de respiraciones o el tiempo de vida en la tierra. Por esa razón, cuando se encuentran el que tiene más prana se lo comparte al que tiene menos para equilibrar su tiempo de vida y permanecer juntos en este plano lo más posible. Si ese fuera el caso de mi papá con mi mamá sería muy bonito, pero de solo pensar en que mi mamá también se irá pronto me pone insegura y me da una pena tremenda.

Para los que están viviendo esta experiencia:

Espero que reciban la paz que baja del cielo que da conformidad porque avisa que su alma llegó a destino y se encuentra bien. Y que esa certeza les permita seguir hacia adelante en esta vida.

No hay receta para avanzar en el duelo, solo sentir con la mayor honestidad posible, aunque duela y si se viene llorar, hacerlo sin restricciones. Así vamos avanzamos, integramos y nos liberamos del apego al ritmo de muestra propia existencia.

Este texto lo escribí el 21 de abril de 2023, la procesión siguió su curso, acepté el desafío, recibí mucho apoyo, reconocí y experimenté honestamente las emociones que me visitaron, las integré y ahora me siento liviana como una pluma 🪶.

Con cariño, Paloma.

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