Piedra de Río

Deseo llegar a ser flexible como el agua que se adapta a la cuenca del río, la que a su vez moldea y define en cada instante.

O ser la piedra del río, que casi imperceptible a nuestros sentidos, se moja y se seca una y otra vez por miles de años, evolucionando a su modo, agitándose por las corrientes de quien la albergue, expandiéndose o contrayéndose por los cambios de temperaturas de un día en particular o por el transcurrir caprichoso de las estaciones, vibrando por el sol y la luna, la visita de un cometa, la alineación de los astros, su entorno energético más cercano y claro, siempre estamos nosotros, los seres humanos, para sorprenderla con algo inesperado.

Mientras estoy sentada con el agua hasta más arriba de las caderas en el río Cochiguaz, que corre frío y lleno de energía renovadora, siento las piedras en mis piernas, las tomo, las observo, las aprecio, las quiero y las dejo ir, pero mi espíritu no y viaja con una de ellas.

Leer más

Carta para el año 2020 por Paloma Grandón

Cuando me plantearon en Masticadoresdeletras el desafío de escribir una carta al año 2020 lo primero que se me vino a la cabeza fue: “¿qué le voy a decir al año 2020?”, “¿qué es un año?, ¿lee, oye, concede deseos?”. Pasaron varios días y muchas ideas vinieron a mi mente en torno a este desafío y entonces trabajé en recrear una definición: “Un año son 12 meses, 365 días, 8.760 horas, muchos minutos y una buena millonada de segundos, es decir un año es un periodo de tiempo finito, delimitado por un inicio y un término, ambos creados por convenciones religiosas, el 1ro de enero y el 31 de diciembre, respectivamente”.

Leer más

Fragmento de la carta para Alexis Rose, año 2002

—Revisando una caja de recuerdos, en la que guardo cartas, mapas, postales, fotos, certificados, diplomas, registros que me entregó mi papá, tarjetas y cuanto escrito hice o recibí desde que tengo recuerdo y necesidad de atesorarlos, me encontré una carta que escribí el año 2002 a mi amigo Alexis Rose que para ese entonces había partido con sus padres a vivir a Canadá y que titulé “La famosa carta larga, una historia corta de muchos personajes”.

Hoy reeditada, comparto con Uds. un fragmento que me transportó a más de 17 años en el tiempo.

Leer más

Crisis

Llego a mi trabajo me siento frente al computador y no sé qué hacer. Es como si todo estuviese listo y es un despropósito que yo esté ahí. Repaso temas en mi mente, pero mi imaginación es más fuerte y de aburrimiento visualizo un camino largo en algo así como un bosque en donde me encuentro con cajitas cada ciertos metros con las tareas pendientes de casi cero importancia. Solo verlas, me cansa. Entonces, continuo avanzando por ese largo camino de suelo blanco, árboles flacos con algunas hojas verde claro,— como un ficus que orinó una de nuestras gatas y cayó en desgracia, mientras los rayos de sol que arremeten en la trama se encargan de iluminar todo de inmovilidad y aburrimiento.

Alguna vez trabajar fue mi gran pasión y me sentí muy satisfecha de mis contribuciones, también aprendí que siempre hay alguien que se aprovecha de tu nobleza y los que no te respetan, pero en contraposición los que te agradecerán toda la vida el haber compartido tus conocimientos y tu tiempo para comprender, o al menos intentarlo, acompañar, guiar con paciencia, enseñar sin egoísmos y caminar, alcanzar y no alcanzar metas juntos. También estarán los que por alguna razón inexplicable no te quieren y la gente rara, los menos afortunadamente, que trato de no juzgar por filosofía y porque jamás me he interesado por ellos, salvo que desee practicar la compasión o bien desahogarme lanzando unos garabatos al aire para después regresar a la culpa y de ahí a la compasión otra vez. Aunque, últimamente ya no siento mucha culpa por mandar a la mierda a alguien.

Rodeada de todos y de nadie, en ese entonces, sentía como mi sangre fluía llena de ganas y pasión por avanzar en la concreción de proyectos, mejorar la eficacia, la eficiencia, eliminar papeles, ayudar a otros, gestionar apoyando y acompañando, deseosa siempre de aprender y aplicar cosas nuevas, sintiendo la presión a todo gas y disfrutándola. Uff que droga más potente, rica y autodestructiva es tu propia adrenalina.

Y por eso mismo, hoy no quiero volver a esos tiempos, porque de alguna manera me drogué tanto, que olvidé quien era y hoy me gusta ser libre, estar conmigo misma, con quienes quiero, en paz, cuando quiero, sin molestias, sin celos, sin apegos, sin compromisos, solo por el amor primero. Pero aun así paso 9 horas diarias en una caja de 2 x 2 que me alberga y a la vez me ahoga.

Leer más

La promesa


Respira lentamente, inspirando por la nariz 1, 2, 3, 4 y 5 y expirando por la boca 1, 2, 3, 4 y 5.
Repite una y otra vez hasta que tu ritmo de respiración y de vida sea calmo y agradable. Ahora intenta no pensar en nada y observa con toda tu atención algún objeto de la naturaleza en todo su esplendor. Un niño, un árbol cubierto de hojas y colores, el mar, tus propias manos.
Si realmente lo logras, sentirás haber entrado en otro nivel de vibración, en la dimensión de los sentidos donde no hay mente y no hay preocupaciones, solo estás tú, el objeto de tu atención y el placer de sentirte libre y pleno rodeado de tanto vacío.
No importa donde estés, solo necesitas darte un tiempo a solas con el presente para disfrutar de un hermoso viaje hacia la dimensión más olvidada en este planeta, la dimensión del ahora.
Inténtalo, no importa si la experiencia dura un segundo, porque habrás ganado el sentido de la vida.

 

Si te gustó este relato dame like, coméntalo y compártelo con tus amigos.

Si quieres enterarte de mis próximas publicaciones, suscríbete a mi página PalomaGrandon con tu correo electrónico.