Cuando mi hermana regresó a vivir a Chile después de 17 años en México, nos empapó de una cultura de la que no paraba de hablar y practicar a diario con mucho cariño y agradecimiento.
En ese tiempo yo tenía una hija de 3 años que por un viaje de trabajo tuve que dejar con su tía un par de semanas, tiempo suficiente para que se transformara en su regalona y en una exponente del español mexicano. Gustaba del color «rosa» (no rosado), asistía a la «guardería» (no al jardín), era «consentida» (no regalona), decía «que guapo»(no que mino), dormía en su «cuarto» (no en su pieza) y me pasaba el «periódico» en vez del diario los fines de semana.
Al menos no decía «mande» ni «ahorita» que mi hermana prohibió utilizar a sus hijos, porque siempre lo encontró demasiado servicial. Pero eso no fue todo, tiempo después mi hermana vivió con nostras alrededor de un año y compartió «cuarto» con mi hija, lo que la llevó a conocer la teleserie de Lucerito: «Soy tu Dueña». Que hoy 8 años más tarde, están transmitiendo en www.tvn.cl, con la súper estrella mexicana recién salida del upgrade quirúrgico, rodeada de personajes variopintos algunos con poca ropa, que se pasean o hacen que trabajan en las «haciendas» o duermen una que otra siesta fogosa con la «malvada» o el «malvado» de la novela. Y no es que yo sea pacata, pero a modo de anécdota les cuento que en ese periodo mi hija me preguntó – ¿Mamá, los pololos duermen desnudos? No recuerdo que le respondí, solo recuerdo mi tremenda impresión y el auto-convencimiento reforzado de que las teleseries son malas para los niños.
Pero aparte de esos detalles, reconozco que fue una buena época porque conocimos los «chilaquiles», el «mole», la «tinga de pollo» y los «huevos estrellados», que mi hermana cocinaba para nosotras y los amigos más cercanos. Cuando fui a México después de esta experiencia culinaria llegué a probar los «tacos al pastor» de los que mi hermana y sus hijos siempre hablaban, los que imaginaba en grandes tortillas de trigo y me encontré con que eran pequeñitos, de maíz, los vendían de a tres unidades , rellenos con carne de cordero, cebolla picada y cilantro, jugo de limón y ajíes a gusto. Realmente eran una delicia!
También quise validar lo que mi hermana nos había preparado en Chile y sacó 10 puntos en todo. En Chile tenemos la fortuna de que venden todos los ingredientes para preparar los más ricos y auténticos platos de comida Mexicana en muchos supermercados.
En cada celebración o evento importante, mi hermana se ponía nostálgica y nos enseñaba de las tradiciones Mexicanas y trataba de incorporarlas en nuestras costumbres o bien nos contaba las aventuras de mis sobrinos. Una nostalgia llena de bonitos recuerdos y alegría.
- En navidad (24 de diciembre) se realiza una cena familiar y en la Pascua de Reyes (6 de enero) se corta la Trenza de Reyes y se entregan regalos a los niños. Mis sobrinos chilenos, exigían regalos en ambas fechas.
- Cuando se acerca la fecha del Día de Muertos en cada hogar se monta un altar con fotos de sus difuntos, los que se acompañan con lo que más les gustaba, sus cosas, la comida, en general cosas significativas. Se adorna el altar con la flor tradicional llamada cempazuchitl y con imágenes religiosas. Es tradición también el Día de Muertos pintarse el rostro de calavera o bien de Catrina o Xibalba (chibalba) y los más arraigados a la tradición junto al altar o en el cementerio cenan junto a sus muertos.
Tiempo después, al ver las películas «El libro de la vida» y «Coco» nos quedaron a todos en casa mucho más claras las costumbres y creencias mexicanas: nuestros seres queridos estarán junto a nosotros mientras los llevemos en nuestros corazones y esta nueva manera de ver la vida nos ha ayudado como familia a sentirnos más reconfortados, por lo que este año hicimos un altar a la chilena en nuestra casa.
Continuará…